PROYECTO NOVELA EN COMUN. Capitulo 2

El sonido de la televisión le retumbaba en los oídos como un martilleo incansable. No veía la hora de que volviera la tranquilidad a su apartamento. Había sido un fin de semana inolvidable y agotador. Ya se conocía todas las melodías de las canciones de los títulos de crédito de todas las series infantiles. Incluso algunas le llegaron a gustar como la de Phineas y Phelps, dos hermanos superdotados, con su ornitorrinco mascota, que en verdad era un agente secreto, que daban en Disney Channel. Carol estaba exhausta y deseosa de que apareciera su hermano Juan para recogerlo. Su sobrino era adorable, pero rebosaba energía, casi no durmió en todo el fin de semana, siempre queriendo jugar a algo nuevo, pero eso si, con la tele de fondo, no se pudo apagar ni mientras dormía. Pues el muy malandrín tenía un sexto sentido, el cual reaccionaba de inmediato cuando ella intentaba apagar la tele. Ahora entendía a su hermano, cuando le pidió casi de rodillas que cuidara a Lucas un fin de semana, para el poder ir con Sara, su mujer, a un Spa a relajarse un poco. Ella no era muy dada a realizar ese tipo de favores y a partir de ese fin de semana, ya estaba segurísima de que no los haría nunca más.

El reloj pasaba lentamente, parecía que la aguja no avanzaba hacia la hora acordada de recogida. Y la presión en el lateral de la cabeza cada vez era más insoportable. Ya había tomado dos pastillas de Neurofen 600, lo que nunca, pues no era dada a tomar medicamentos. Y siempre que le preguntaban cuando estaba mala, que si estaba tomando algo, ella contestaba, que no, que ella no tomaba drogas… por lo menos ese tipo de drogas.

Carol, se acerco al sofá, donde estaba acostado Lucas viendo la tele, y le pregunto si ya tenia todo preparado para cuando llegaran papa y mama. El, la miro con su carita redonda y le sonrió. Pero no dijo palabra. Acto seguido, cogió el mando a distancia y subió mas aun si era posible el volumen de la tele, como indicándole a su tía, que no le molestara con banalidades, que el estaba viendo la tele, que si quería saber si estaba la mochila preparada, que lo mirara ella misma, que al él le dejara en paz, a lo mejor era mucho interpretar por un simple gesto, pero así era Carol, siempre le buscaba doble sentido a las frases, acciones y gestos. Siempre encontraba explicaciones de los más irreverentes, para las cosas más cotidianas y normales. Ella siempre daba una vuelta más de tuerca a todo. Y casi nunca tenía razón.

Entro en el dormitorio de invitados, y allí estaba la mochila bien puesta encima de la cama, esperando ser retirada  por su dueño. Se acerco a la cama y la cogió justo en el instante en que sonó el portero.

-         Por fin. – susurró Carol.

-         ¡¡¡¡Tiaaaaaaaaaaa!!!! – grito Lucas – están tocando al portero.

-         Ya voy cariño, seguro que es tu padre, cálzate.

Lucas salto como un mono de inmediato del sofá y cogió las zapatillas que tenia en la entrada de la casa. Se sentó en el suelo y se las empezó a poner.

Al contestar al interfono, Carol, le dijo a su hermano que no hacia falta que subiera a buscarle, que Lucas bajaba ya con ella, para que no tuviese que aparcar el coche.

Cinco minutos mas tarde, después de las interminables despedidas, por fin Carol, volvió a entrar por la puerta de su apartamento, y lo primero que hizo fue bajarle el sonido a la televisión y cambiar de canal para poner el canal de noticias, pues en todo el fin de semana no sabia, que había pasado en el mundo fuera de las cuatro paredes de su apartamento. La primera imagen que apareció en la pantalla, es la cara de Osama Bin Laden con un cartel debajo que pone, que EE.UU. amplia la recompensa por información por su captura en 5 millones de dólares más. La verdad es que ella, ni miro casi la imágenes de la noticia, lo único que necesitaba en ese momento era un baño relajante y dormir, dormir hasta el día siguiente. Caminó al cuarto de baño, se fue quitando la ropa, dejándola toda tirada por el camino, abrió el grifo de agua caliente de la bañera, y puso el tapón. Vertió del bote que tenía en la repisa unas sales de baño que le vendieron en uno de esos puestos que ponen en los mercadillos, diciéndole que eran relajantes. Mientras se llenaba el baño, abrió una botella de vino, era un vino joven, pues a ella no le gustaba demasiado beber y cuando lo hacia, prefería los vinos suaves. Con una copa en la mano, y ya desnuda por completo, entro por fin en bañera. Se sumergió lentamente, intentando evadirse de la realidad, primero con la mano para comprobar si la temperatura era la idónea, depuse introdujo una pierna poco a poco, disfrutando del momento, después la otra y poco a poco se fue recostando sumergiendo todo su cuerpo hasta que el agua, empezó a colmar por encima del borde de la bañera. Carol, no se dio ni cuenta, estaba ya sumida en un trance. La copa se le cayó de la mano, haciéndose añicos en el suelo a los pies de la bañera. Su mente, ya no estaba con ella, estaba a decenas de kilómetros de su cuerpo, estaba en un bosque en mitad de la noche, escondida detrás de la bruma, en mitad de los matorrales, estaba en el cuerpo de algo o de alguien, no lo sabia con certeza, lo único que sabia, es que estaba de caza, y delante suya tenia una posible presa.